Descripción
Región: I.G.P. Vino de la Tierra de Extremadura
VARIEDADES : Tempranillo 70%, Syrah 15%, Merlot 15%.
Crianza: 6 meses en barricas americanas y francesas + 18 meses de redondeo en botella antes de salir de bodega.
Grado: 13.5%
Nota de cata:
El vino Carlos Plaza Selección muestra un bello color cereza picota profundo con ribete granate y reflejos morados. Limpio y brillante. De lágrima densa que cae sugerente por la copa.
La nariz es intensa y elegante. A copa parada son evidentes los aromas de frutas rojas bien maduras. Más adelante, aparecen como mágicamente los aromas que aportan las dos maderas que han intervenido en su crianza. Rico y diverso en aromas debido a las dos variedades, Tempranillo y Syrah, y a los dos tipo de barricas en las que permanecieron durante 6 meses. Vienen y van, envolventes, por un lado aromas a fruta negra, regaliz, ciruelas, trufa y menta, por otro, pero en perfecta armonía, aromas a vainilla, notas tostadas y torrefactas.En boca posee una entrada amable y aterciopelada. Es armonioso, equilibrado, con presencia de suaves taninos casi maduros, suaves, redondos y deliciosas notas de regaliz y licor de café. Agradable persistencia. Invita a seguir bebiendo y a acompañar con una deliciosa comida.
Recomendaciones gastronómicas: Apetecible a mediodía con nuestros tradicionales platos calientes de cuchara, guisos, legumbres o estofados. Realza cualquier plato de carnes rojas o de caza, a la brasa o a la parrilla. Con cordero al horno y pato cocinado en alguna de sus múltiples modalidades. Con quesos curados o semi-curados. Original y sorprendente con chocolate.Temperatura de servicio recomendada: 14º-16º.
• 90 puntos. James Suckling.
• Medalla de oro. Gilbert & Gaillard.
• Medalla de plata. International Wine Challenge
• Medalla de plata. Premium Select Wine Challenge.
• Medalla de Plata. International Wine Guide
* Dependiendo de la disponibilidad, las añadas pueden cambiar a lo largo del año.
Cuando la bodega se convierte en un inmenso campo de juegos, en un paraíso de posibilidades y escondites, cuando la magia del tornillo sin fin transforma el racimo, miles de racimos, en un líquido que embelesa hasta perder la noción del tiempo… entonces, es más que probable que un niño incline con frecuencia sus deseos de jugar en la bodega en lugar de pasar las tardes en el parque con los amigos.
En este escenario de juegos, Carlitos corretea incansable detrás de los tractores cargados de uva, el gran tesoro. Se detiene a observar como se descarga la uva, investiga metiendo las naricillas en los depósitos y va impregnando poco a poco sus historias imaginadas de olores y colores que antes desconocía. Pregunta, escucha, y va descubriendo los pormenores de la vendimia y la elaboración del vino. Ante su insistencia, se le empiezan a asignar pequeñas tareas que le mantengan entretenido. Con el tiempo, sorprende a todos por su enorme interés en todos los procesos y tareas que observa.
Para tranquilidad de su madre, Agosto y Septiembre, los meses de la vendimia en Extremadura, Carlitos no tiene que ir al colegio. De nuevo, entre ir a la playa con el resto de la familia y permanecer en el pueblo, ayudando a “supervisar” las tareas de la vendimia, Carlitos vuelve a elegir quedarse en la bodega. Su madre tiene que ceder, nada convencerá a Carlitos de lo contrario. Viajar a las viñas con su padre, observando la uva, tocándola y probándola hasta decidir cuándo está en su punto exacto de maduración, y por lo tanto de recogida, se convierte para él en algo más que divertido. Vivir día y noche el espectáculo de la recogida de la uva, el trasiego de los camiones llegando a la bodega, la uva cayendo en la tolva, los sonidos del mágico proceso de la fermentación son su entretenimiento favorito.
Lo que de niño era un juego, con el tiempo se transforma en una profesión, en una forma de vida. Carlos trabaja duro desde muy joven; se forma y pasa por todos los niveles y tareas que la bodega ofrece.
Durante años, aprende lo más importante, que el mundo del vino no es un mundo fácil, que requiere esfuerzo diario y dedicación exclusiva, pero que merecen la pena las horas de sueño entregadas a la ilusión de obtener el mejor vino posible.
Carlitos es hoy Carlos Plaza, y se aúnan en él la pasión e ilusión de cuando era un niño, con la experiencia que le han dado los años.
Hoy en día, se ha cumplido su sueño y objetivo en la vida por el que tanto ha trabajado: elaborar y embotellar sus propios vinos, vinos que los demás disfruten bebiendo tanto como él disfruta elaborándolos.